XXI

Visitar lugares abandonados, desposeídos de todo valor, en compañía, pone de manifiesto un vínculo paradójico, fuera de los ejes omnipresentes de la familia y el trabajo, que tiene por único fundamento la soledad compartida, modelo de una societas vidente y dispersa. Una humanidad solitaria y contemplativa no se dedicaría a la producción y la acumulación de riqueza, para elevar un supuesto nivel de vida, sino a la elevación de la propia vida a un estado de videncia continuo, a una pobreza pródiga y abundante en visiones.

XX

Un autor desconocido retrata diferentes partes de un espacio devastado y cuelga las imágenes en las paredes del sitio. El lugar abandonado se transforma, mediante este simple acto, en la galería de sus propias reproducciones, para visitantes anónimos, e inicia un movimiento autorreferencial de difícil detención. Una muestra de cortesía adecuada es reproducir a su vez cada reproducción y proseguir la cuenta al infinito para la eternidad. ► Locus solus XXIV

XIX

La sesión de fotos se había iniciado pronto en el hotel abandonado, por la mañana, para aprovechar al máximo la luz y el calor del sol. Una modelo estilizada, vestida tan sólo con un body negro ajustado, arquea su cuerpo sobre una pared llena de grietas. Negro sobre blanco. A su lado, una chica toma medidas con el fotómetro o utiliza un flash auxiliar según la necesidad; frente a ella, completa el trío otra chica que apunta con el objetivo de la cámara. No es la primera vez que viene por aquí; hace dos años que visita el lugar. Antes han visitado una fábrica. La modelo propone tumbarse en el suelo. La respuesta que le dan es si te atreves... El flash relampaguea frente a una chimenea, el cuerpo sinuoso dibuja una sombra; el ladrillo rojo y el hollín sirven de fondo silencioso e impasible a la escena.